CARTA EN LA DESPEDIDA
DEL PADRE ALBERTO CALVO DEL SOLAR
P. Nelson Pinza, Vicario General.
Familiares del Padre Alberto Calvo del Solar.
Misioneras y misioneros todos que hacemos el Vicariato Apostólico de Aguarico.
Autoridades de la ciudad y de la Provincia.
Autoridades civiles, militares y policiales.
Iglesia y población de Orellana presente en esta despedida.
Paz y Bien.
Desde la distancia que nos separa estos días, ya que me encuentro en España, de paso hacia Roma a un curso-taller para los nuevos obispos, es profundo el sentimiento de pesar y profundo dolor que me invade en estos momentos ante la partida de nuestro hermano sacerdote padre Alberto Calvo del Solar, quien acaba de dejarnos repentinamente para marcharse al cielo. Agradezco a todos los que están haciendo grande este momento de despedida de uno de los misioneros de largo aliento que ha sido misionero en nuestro Vicariato por casi 50 años.
Quiero recordar al Padre Alberto y quiero que ustedes también lo recuerden como fue en vida, como misionero entregado totalmente a la misión en el vicariato, como cuando nos recibía, nos atendía, como cuando otrora atendía de partero a las que traían un bebé a este mundo o como cuando celebraba la Eucaristía, tomaba un café o parecía enojado –que casi siempre era más una apariencia que una realidad-, porque siempre estaba rodeado de gente variopinta que le querían y les quería bien: misioneras y misioneros, gente de los barrios de Coca, Policía y Militares.
Es importante ver los milagros de Dios en los hechos cotidianos y aparentemente simples de nuestra existencia. Y digo esto porque es un milagro que el padre Alberto murió en Coca, en el lugar donde tiempo vivió, junto a la gente que más amó y se entregó como misionero. Fueron 46 años que el vivió como misionero del Vicariato de Aguarico y estos 46 años los pasó en el corazón de la selva amazónica.
El padre Alberto había viajado de vacaciones a España el 27 de junio de este año y había regresado a Coca hacía 9 días para incorporarse al trabajo pastoral en la ciudad de Coca y sus barrios. Es curioso pero Dios no lo quiso fuera de la misión o entre viajes. Alberto llegó como los misioneros de antes –como Alejandro e Inés- a quedarse para siempre con el pueblo de Dios al que le entregó su vida y su tiempo totalmente.
Les comento que el padre Alberto cada mes escribía una carta sobre su misión apostólica. En su última carta enviada el 11 de agosto, manifestó en más de 20 ocasiones el dolor intenso de su pierna y rodilla y, aún sintiéndose así, decidió volver para vivir y morir entre nosotros, con su pueblo que tanto amaba. Gracias padre Alberto por engrandecer esta misión.
En este par de días he recibido cientos de cartas, correos y mensajes de muchísima gente, expresando muestras de dolor, afecto y gratitud ante la partida de nuestro hermano Alberto. Este momento de despedida y de masiva concurrencia es el signo más elocuente del amor de Dios manifestado en la vida de un misionero que pasó por nuestro vicariato 46 años haciendo el bien.
A todos los misioneros y a toda la Iglesia de Orellana les invito a dar gracias al Dios de la vida, porque el Padre Alberto, después de haber sido un misionero grande entre nosotros, ya ha llegado a la meta final para la que fue hecho: el abrazo y el encuentro definitivo con el Padre de las Misericordias en el cielo.
Démos gracias a Dios porque nuestro hermano, amigo y pastor, el padre Alberto Calvo del Solar, al igual que un soldado en la batalla, ha partido a Dios en plena labor, con las botas puestas, como solemos decir.
Pido a Nuestro Señor Jesucristo que la muerte de Alberto sea una semilla enterrada que fructifique en nuevas vocaciones misioneras para la Iglesia Amazónica y sobre todo para el Vicariato de Aguarico.
Gracias Señor Jesucristo por enviar a tu misionero Alberton a esta porción querida de nuestro vicariato.
Alberto, querido hermano, ve en paz a Dios. Lleva tu corazón lleno de nuestros nombres a Dios y desde el cielo, junto con María nuestra Madre, Alejandro e Inés y todos los misioneros que pasaron por aquí y ahora tú eres parte de ellos, intercede por nosotros.
Monseñor Adalberto Jiménez Mendoza.
Vicario Apostólico de Aguarico.
Madrid, 19 de agosto de 2018