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CARTA PÚBLICA AL PRESIDENTE CORREA

Sr. PRESIDENTE

altSr. Presidente de la Republica: permítame enviarle esta carta pública como un náufrago envía un mensaje en su botellita. Como último recurso ante ese océano peligroso, a mi entender con un gran número de desaciertos y obstinaciones, que es la política que se está siguiendo con el grupo waorani autor de la masacre del año pasado.

Si la carta va pública lo es con la aspiración de que pueda promover, al mismo tiempo, alguna atención nacional sobre el caso. Que se está alargando de manera desconsiderada, con malos resultados, con mucho dolor de los presos y sus familiares.

Quisiera aclarar desde un comienzo que, como resulta evidente, el conflicto wao de fondo no ha sido creado por este Gobierno, pues tiene antecedentes muy lejanos y tenaces en la política Oriental. Pero lo cierto es que este gravísimo caso sí ha ocurrido durante su Gobierno. Y, por tanto, se puede apelar a su responsabilidad y, sobre todo, a su deseo de resolver, de la mejor manera posible, algo que está enquistado en nuestra zona desde hace mucho.

Teóricamente el asunto no está en sus manos, sino en las de las instituciones directamente implicadas en el caso: Fiscalía General, Ministerio de Justicia, PMC, ahora también la Corte Constitucional, etc. No obstante, ni hace falta insistir en la corresponsabilidad de todos, ni tampoco en la necesidad de que, de una vez por todas, exista un voluntad central y eficiente en resolver el problema.

No me gustaría insistir en las objeciones, repetidas a lo largo de este año largo desde la matanza, sobre la actuación de algunas instituciones oficiales. Si después de este tiempo, con tantas indecisiones iniciales a la hora de aceptar y tratar el hecho, con un proceso posterior caótico y un expediente final enrevesado, lo único que tenemos es a unos supuestos culpables presos (los que no escaparon), a otros (tan culpables y bien conocidos) libres, y al sr. Fiscal General en algo que puede interpretarse como un tardío lavatorio de manos (Queremos que la Corte Constitucional nos aclare el procedimiento a seguir, aplicando los principios de interculturalidad y los de la OIT. Hasta mientras, está suspendido el proceso (Galo Chiriboga, Hoy 17/6/2014)), está de más insistir en cualquier crítica. El papelón resulta evidente.

Entre tanto no se conocen nuevas políticas públicas sobre el caso en la zona. Tampoco se saben las resoluciones de la Comisión que Vd. nombró para la ocasión. Las divisiones o tensiones entre los waorani de las comunidades implicadas y sus vecinos han aumentado. Y está el lamentable caso de los presos. En un diario de una muchacha judía (Etty Hillesum), presa en un campo de concentración nazi, leí recientemente: Se puede vivir sin café o cigarrillos, pero sin naturaleza no se puede, no es posible, no debería quitársele a nadie. Pensé de inmediato en los presos waorani, ahora en Coca. ¿Qué sentido tiene, después de tanto tiempo, tener, a gente tan próxima a la naturaleza, en una situación para ellos angustiosa y tan incapaz, por sí misma, de darles ninguna ventaja de rehabilitación o aprendizaje?

Es evidente que en un espacio como éste no podemos entrar en muchos detalles. Tampoco son necesarios a estas alturas del drama selvático. Escribí en su día a Fiscalía General (en privado), al Presidente del Tribunal Constitucional (en privado y público) y obtuve de ambos la habitual contestación del silencio. Sin duda, estuvieron muy ocupados, o no les pareció relevante la propuesta. Acepto su olvido. Por eso me permití echar, a ese océano de las preocupaciones políticas patrias, esta botellita. Por si llega a su orilla, sr. Presidente.

Miguel Angel Cabodevilla

27/6/2014

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