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Waoranis van a seguir matando

si el Estado no los para ahora

La antropóloga Kati Álvarez conversó con El Telégrafo sobre el conflicto histórico- cultural entre waoranis y pueblos en aislamiento. Revela quiénes lideraron la incursión del 29 de marzo pasado que habría dejado taromenanis muertos y dos niñas retenidas contra su voluntad, hecho por el cual la Fiscalía ya abrió indagaciones previas para investigar de acuerdo con las leyes ordinarias.

Está consciente de que lo que revela podría servir como elemento para las investigaciones y para que, desde el Estado, se adopten los correctivos. Destaca que en ciertos casos, “cuando les conviene”, los waoranis se apegan al derecho consuetudinario (costumbre), pero cuando cometen “asesinatos”, como los efectuados contra pueblos en aislamiento, dicen no conocer la ley de los mestizos, de los occidentales.

Sin tapujos y tras compartir alrededor de 12 años con los waoranis, señala que es una nacionalidad que se ha servido mucho de los recursos petroleros y que, por ello, tal vez, es la más mimada de la Amazonía.

Como antropóloga y conocedora del pueblo waorani y de los pueblos en aislamiento o no contactados, ¿cuáles cree que son las causas que llevaron primero a la muerte de los ancianos Ompure y Buganey (5 de marzo) y luego a la presunta venganza contra los taromenanis?

Le escuché decir a la dirigente waorani Manuela Ima que había sido porque los taromenani les pidieron machetes, ollas y otros artículos a Ompure.

¿El asesinato de Ompure provocó la venganza?

Sí. Ompure y Buganey vivían cuatro kilómetros adentro de la comunidad de Yarentaro. Él vivía al estilo tradicional waorani y era la pareja más aislada. Lo escogieron como nexo entre el mundo occidental y los taromenani porque, además, como eran viejitos (pequenanis), hablaban el idioma waoterero tradicional que se supone manejan los pueblos no contactados, aunque con un acento diferente, antiguo.

Para los pueblos no contactados es más fácil acercarse a los pequenanis, con quienes se identifican, antes que acercarse a los jóvenes, que ya hablan español y cuyo waoterero es muy diferente, por lo que no se entenderían. Entonces, al ver que Ompure estaba dentro de un bloque petrolero y que podía pedir a las compañías petroleras u otros actores externos estos objetos, fueron a hablar con él porque eso les facilita la vida, ya que por ejemplo cortar un árbol con machete es más fácil que cortar con un machete de chonta.

¿Cuál sería otra causa?

Las versiones que tuvimos hace algún tiempo fue que el grupo que vive dentro de lo que hoy se llama Bloque 16 le había pedido a Ompure una mujer para casarse, lo cual me parece raro porque tradicionalmente han sido enemigos y no sería lógico que quisieran establecer una alianza matrimonial. Eso era poco probable, pero alarmó a la comunidad, porque si es real evidenciaría la falta de mujeres dentro del grupo de pueblos no contactados y eso es preocupante, pues ya sea por mujeres, por venganza, muerte o lo que se considera homicidios endogrupales, vienen los enfrentamientos. Son dos de las razones por lo que viene la venganza: por ruptura de alianzas matrimoniales cuando no hay mujeres para casarse o por muertes tras ataques.

¿Qué otra motivación pudo haber en la muerte de Ompure?

El otro comentario que se hizo fue que Ompure decía que los taromenani y tagaeiri que lo visitaban desde hace años le comentaron su preocupación y molestia porque hacia el lado de Pindo (por la vía a Auca, en donde está el Campo Armadillo y los bloques 14 y 16 y las comunidades) habían incursiones armadas de colonos blanco-mestizos que estaban disparando y matando a los no contactados.

Eso sí nos preocupó, porque si uno va a Los Reyes, en donde hubo el lanceamiento de 2009 en contra de la señora colona y sus dos hijos, todos niegan la existencia de pueblos en aislamiento, y decíamos qué peligroso que haya incursiones. Los no contactados le manifestaron a Ompure que si había más matanzas de colonos o si es que alguien en el grupo moría por brujería o disparos, ahí sí vendrían a matar a Ompure, porque él era su puente de contacto con la sociedad envolvente, con los occidentales.

La cuarta versión era que el grupo en aislamiento lo visitó y le dijo que estaban molestos porque dos años atrás el hermano de un viejo waorani muy querido, del kilómetro 33 de la vía a Maxus, fue a cazar con un taromenani y luego éste último apareció muerto. Por eso iban a buscar venganza con el hermano asesino del líder famoso. Las dos últimas razones son como las más fuertes.

¿Con la muerte de Ompure y más ancianos waorani se acabó todo vínculo con los no contactados?

Ahora es bien complicado, es como que se abrió la madeja (del problema entre waoranis y pueblos en aislamiento). Sin embargo, tal vez hay unos 15 ancianos o pequenanis que tengan más de 70 años de edad en toda la nacionalidad waorani, pero resulta que todos son enemigos de los grupos en aislamiento. De las lanzas pasaron a las armas.

Una cosa es matar con lanza y otra que entren bien armados. Los tagairis y taromenanis les habían manifestado a ciertas personas su preocupación al decir “tenemos miedo de los colonos y waoranis porque tienen armas y eso mata”. La hermana de Tague (ex líder de los tagaeiri), que vive en Yagupare, una comunidad de Pindo, decía: “Yo quiero irme a Quito a hablar porque la familia de mi hermano corre peligro”. Ese miedo era real porque cada familia waorani de esa comunidad tiene una escopeta y acceso a municiones.

¿Hay venta libre de armas?

Sí. A la Amazonía no han llegado las prohibiciones de manejo de armas ni de su venta. Se las encuentra en cualquier tienda de El Coca y en la feria de Pompeya. Entonces, hay gente bien armada y con tecnología.

¿Pero se supone que los waoranis, por ser etnia contactada, conocen que todos debemos respetar las leyes?

Me duele mucho que se quiera confundir los derechos consuetudinarios, en donde no podemos intervenir, con el derecho legal y constitucional. Es dolorosa la muerte de Ompure y Buganey, pero esa muerte culturalmente tuvo que ser honrada como waorani: debieron haber elaborado la lanza, cantarle (a la lanza) e incursionar con ella. Al haber incursionado tanta gente con armas, deshonraron a la cultura y a la lanza, que es su símbolo guerrero, y a lo que significa venganza dentro de las culturas cazadoras-recolectoras. Fue triste conocer eso.

¿Qué puede acarrear aquello?

Quién sabe. Aunque no creo tanto en una respuesta de los pueblos en aislamiento, ya que deben estar escondidos y huyendo, pese a que no tienen para dónde, ya que si se van al sur, hacia el Curaray, no tienen nada porque allí están asentadas otras nacionalidades como los Shuaras y los Kichwa; si quieren correr al lado peruano, allí está la reserva Napo-Tigres, con muchos conflictos. Es como si los pueblos en aislamiento estuvieran cercados geográficamente hablando. No tienen a dónde huir de los atacantes. Lo único que deben hacer es esconderse momentáneamente en cuevas y moverse a cada rato para no ser ubicados.

¿Y del lado de los waoranis?

Para algunos waoranis, los grupos en aislamiento son un objetivo a conservar y cuidar, están conscientes de que son pueblos protegidos por el Estado, por lo que ellos abogan por políticas de protección y proyectos. Quieren, incluso, socializar lo que significa pueblos en riesgo de exterminio.

Entonces hay una dirigencia comprometida con esta causa nacional, pero hay otros líderes totalmente autónomos como los que entraron a matar. Muestra de eso es que mientras habían dirigentes reunidos en Iguaguno para analizar qué hacer y proteger a los grupos en aislamiento, los líderes de Yarentaro, Dícaro y las comunidades del Bloque XVI entraban a atacar. No les importó y no fueron a la reunión.

¿O sea que entre las comunidades que conforman la Nacionalidad Waorani del Ecuador (Nawe) hay separación, desacuerdos?

Es que ha habido una referencia a la nacionalidad como un pueblo y resulta que la nacionalidad waorani no es un pueblo, todos son individuos soberanos. Por ejemplo, los dirigentes de la Nawe que entran a una comunidad en donde no tienen igual linaje o donde no son parte de un clan fuerte, son desconocidos. Hablamos de 42 comunidades waorani en donde cada una tiene su líder y a quien le hacen caso únicamente es a ese líder, a nadie más.

Si habla de que las comunidades hacen caso solo a su líder, ¿quién entonces encabezó la incursión de miembros de Yarentaro y Dícaro para atacar a los taromenanis?

Araba, de 55 años. Es uno de los que incursionó y es un líder muy fuerte. Es el hermano menor de Ompure, quien según la cultura de los waoranis estaba llamado a vengarse. Es un soberano de su comunidad. Él está en la frontera entre la tradición y la modernidad. Pueden ir, por ejemplo, Moi, Manuela Ima, Cawetipe Yeti, Pedro Enqueri, y decirle lo que quieran y no les hace caso.

Doce waoranis entraron con Araba, cuya incursión fue apoyada por los más adultos de la comunidad y llevaron a los más jóvenes para que cargaran las municiones y la comida, mientras que los mayores de 50 años iban armados. Está también Mingui, quien vive en Timpoka; está un nieto de Ompure, de 16 años de edad; y Orengo, que es otro hijo de Ompure, quien vive en Dícaro y hace algún tiempo fue líder de la Nawe, pero el que los domina a todos es Araba.

¿Cuál es la explicación para que la comunidad de Yarentaro se oponga a permitir el ingreso de miembros de sus mismas comunidades o de autoridades locales y gubernamentales?

Lo que me preocupa de ellos es que se están oponiendo al decir aquí nadie entra, es territorio waorani. Ellos se están refugiando en el derecho consuetudinario para hacer respetar su territorio, por lo que no pueden entrar militares ni policías.

Los waoranis son muy variables, se acogen fácilmente al derecho consuetudinario cuando quieren o al derecho escrito que nos rige a todos los ecuatorianos cuando les conviene. Por ejemplo, Araba fue criado por el Vicariato del Aguarico; lo encontraron cuando tenía 12 ó 14 años de edad, por lo que es un conocedor de las leyes ecuatorianas..., pero cuando no le conviene ahí sí se aboca a lo cultural y consuetudinario, lo que me parece un maniqueo.

Para que no se repita lo sucedido en 2003, ¿qué debería hacer la justicia, el Estado?

Justamente de eso se ha hablado y algunos sectores de la zona opinan que los waoranis van a seguir matando si ahora el Estado no los detiene. Creo que sí se necesita tener un hecho ejemplificador, en donde el Estado diga: los pueblos en aislamiento están bajo mi protección, se debe investigar, determinar responsabilidades y, al menos, tomar preso a uno de los que llevaron a cometer la matanza.

Esto se debería hacer tomando en cuenta, además, que los waoranis le temen a la prisión, por su amor a la libertad, al bosque. Con tres o seis meses preso, no habrá otro waorani que vuelva a hacerlo. Pero ahí dirán, tal vez: fuimos la comunidad de Yarentaro y de Dícaro, deténgannos a todos. Una alternativa puede ser detener al líder y decirle, por ejemplo: usted estaba en el derecho de vengarse, pero debía hacerlo como waorani y lo hizo como un asesino.

¿Qué otra alternativa se podría adoptar para dar el mensaje a los waoranis de que no pueden seguir atacando pueblos en aislamiento?

Una amonestación a la organización, a la Nawe y a las filiales que tienen en todas las provincias, diciéndoles que no han tomado medidas para evitar este tipo de hechos. Hay que tomar en cuenta que los dirigentes de la Nawe están más en la organización para obtener trabajos, pero ninguno se ha preocupado en acercarse, por ejemplo, al Ministerio de Justicia, en adentrarse a temas de derechos humanos colectivos.

¿Hay monitores de los pueblos en aislamiento o no?

Pocos, y este era un malestar que estaba creciendo entre los aislados y los mismos waoranis, quienes veían a los pueblos en aislamiento como un recurso mercantil porque su criterio es: “o nos dan plata para no matarlos o al exterminarlos ya no habría razón para mantener una zona intangible y podrían aprovecharse los recursos naturales del área”.

Para tener dinero o más territorio

Claro, pero hay que tomar en cuenta que los waoranis son una nacionalidad que se ha servido mucho de los recursos petroleros. Tal vez es la más mimada, si se le compara con todas las que hay en la Amazonía.

La Nawe recibe de Repsol $1 millón cada año para programas de educación, salud y fortalecimiento institucional. Por eso todos quieren ser dirigentes de la Nawe: por sus sueldos, por los programas y la posibilidad de contar con avionetas, de trasladarse a Quito y tener hotel y todo pagado por la Repsol.

Pero a raíz de las renegociaciones petroleras que hizo el Estado, Repsol en vez de entregar el dinero a la Nawe se lo iba a entregar al Estado, que se haría cargo de la educación, la salud y todo lo demás. Ante ello, dirigentes de la Nawe entraron como en pánico. Ellos no son como los kichwas o shuaras que trabajan en su organización por convencimiento.

¿Se les acaba a los dirigentes la gallina de los huevos de oro?

Claro. Actualmente lo que han venido haciendo es alargar el contrato como para dos o tres meses más, y ahora sé que lograron alargarlo hasta agosto de este año con Repsol.

¿Qué otros dirigentes se benefician unilateralmente?

La Organización de la Nacionalidad Waorani de Orellana (Onwo). Ellos son los que ahora están pugnando, justamente, con Eduardo Pichilingue y otras organizaciones por manejar el tema de los pueblos en aislamiento. Cuando recién se creó la Onwo, hace un año, el presidente Moi Páez le pidió a Cawetipe Yeti $ 10 mil, bajo la amenaza de que lo botarían, entonces Yeti dio ese dinero. Lo grave es que se gastaron el dinero en un mes y nadie sabe en qué.

La Fiscalía, en este tipo de casos o conflictos ¿cómo debería actuar?

El problema es que el papel de las diferentes instituciones del Estado siempre ha sido coyuntural: cae la bomba noticiosa y vienen un rato; se apaga y se van. Se olvidan.

La Fiscalía, de lo que yo tengo entendido porque lo he visto en las redes sociales, está manejando un discurso bastante cómodo al decir que no tienen evidencia de los cuerpos y que, posiblemente, no hubo nada. Ahí surgen las preguntas: ¿y las niñas?, ¿las encontraron solas? Creo que nos hace falta humildad y traspasar un poco el campo político.

 

EL TELÉGRAFO NO HA OCULTADO EL CONFLICTO ENTRE LAS DOS ETNIAS

El diario público del Ecuador aclara que la utilización del término “rescatadas” en la edición del pasado 9 de abril con respecto a las dos niñas taromenani de 6 y 4 años que permanecen en las comunidades waoranis de Yarentaro y Dicaro, corresponde a una explicación étnico-cultural brindada por conocedores del tema.

No se trata de un uso arbitrario del término ni de una “invención” de El Telégrafo, sino que responde a la protección que, dentro de las nacionalidades amazónicas, deben otorgar los adultos a los infantes que se han quedado solos, precisando que las autoridades aún no han confirmado la “masacre” de la que hablan los dirigentes waorani y algunos medios de comunicación.

A medida que avanzaron las investigaciones sobre el conflicto entre las dos etnias (que nada tendría que ver con la explotación petrolera ni minera, como sostiene el sacerdote capuchino y conocedor del tema, Miguel Ángel Cabodevilla, contrario a lo que ciertos grupos denominados ecologistas, dirigentes waorani y la prensa privada han tratado de demostrar), el Ministerio de Justicia, responsable del Plan de Medidas Cautelares, afirmó que se trataba de un “traslado forzoso” y que solo la Fiscalía tiene la autoridad para confirmar o descartar un posible ataque contra los adultos del clan al que pertenecerían las niñas, por lo que tampoco se podría hablar de un “secuestro” como otros afirman.

Lamentablemente, en una ola de tergiversaciones, se intenta señalar que El Telégrafo desvirtúa el hecho y hasta nos endilgan una postura “oficial” sobre el tema. Nuestra función es informar con veracidad, sin alarmar, ni “vender” información o exponer imágenes de un crimen como “exclusiva” y datos de una “masacre” sin pruebas.

 

http://www.telegrafo.com.ec/actualidad/item/waoranis-van-a-seguir-matando-si-el-estado-no-los-para-ahora.html

 

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