MENSAJE DE LA
XXXV ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA
DEL CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO (CELAM)
Santo Domingo (República Dominicana), 12 a 15 de mayo de 2015
A los obispos, presbíteros, diáconos permanentes, consagrados y consagradas, laicos y laicas del pueblo católico que peregrina como Iglesia en América Latina y El Caribe:
1. Reunidos para celebrar la XXXV Asamblea General Ordinaria del Consejo Episcopal Latinoamericano y de El Caribe (CELAM), en la ciudad de Santo Domingo, los días 12 al 15 de mayo de 2015, les enviamos nuestro saludo con la alegría que brota de la Palabra de vida que se nos ha manifestado (Cf. 1Juan 1,1).
2. La conmemoración de los 50 años de la clausura del Concilio Vaticano II, los 60 años de existencia del CELAM, la cercana beatificación de Mons. Oscar Arnulfo Romero y de tres presbíteros misioneros que dieron su vida martirialmente en América Latina: Michele Tomaszek, Zbigneo Strzalkowski y Alessandro Dordi; así como la expectativa ante la próxima visita del Papa Francisco a nuestro continente, constituyen el contexto propicio para asumir con gratitud y esperanza los nuevos retos que se plantean a nuestras iglesias particulares.
3. La experiencia fraterna vivida durante estos días nos ha permitido, como discípulos-pastores, compartir una misma fe y un mismo sentir en el firme compromiso de anunciar a Jesucristo vivo y misericordioso. Así lo refleja nuestro caminar eclesial de los últimos cuatro años y así lo testimoniamos con la disponibilidad para servir en comunión.
4. Nuestro corazón ha acogido la Palabra de Dios y hemos celebrado la Eucaristía, como fuentes que animan toda nuestra reflexión pastoral sobre la realidad y nos permite discernir y obrar en sintonía con el plan de Dios. La Palabra la hemos recibido en la nueva traducción del CELAM: El Nuevo Testamento de la «Biblia de la Iglesia en América» (BIA). Ella resonó con fuerza y audacia para recordarnos la urgencia de animar una cultura del encuentro, que haga patente la presencia encarnada del Dios que es misterio de comunión (Cf. Evangelii Gaudium 220). Esa misma Palabra nos consuela y nos hace decirles que no están solos, que caminamos como pastores con ustedes, compartiendo sus alegrías y tristezas.
5. Hemos agradecido el servicio de la presidencia y equipo de directivos del cuatrienio 2011 - 2015, y, con un mismo espíritu, hemos elegido a algunos de nuestros hermanos obispos para que con generosidad e intrepidez asuman la tarea de dirigir el CELAM anunciando el Evangelio y viviendo en comunión eclesial durante los próximos cuatro años 2015 - 2019.
6. En estos días, sintiendo la fe y la oración solidaria de nuestras hermanas y hermanos latinoamericanos y caribeños, identificamos los grandes desafíos que interpelan nuestro peregrinar y los hemos propuesto como tarea del CELAM en el nuevo período que comienza. En particular, continuaremos apoyando con renovado esfuerzo la Misión Continental y seguiremos invitando a todas las iglesias particulares a vivir una auténtica «conversión misionera» (Cf. EG 30). A la luz del Concilio Vaticano II, de Aparecida y del magisterio del primer Papa latinoamericano, queremos ser, cada vez más, una Iglesia, que como Pueblo de Dios, es misionera, misericordiosa y samaritana (Cf. EG 114). Una Iglesia urgida a ser «tienda de campaña» que acoge y sirve a todos los que la sociedad descarta y desecha (Cf. EG 195). Una «Iglesia en salida», centrada en Cristo y descentrada para ir al encuentro de las periferias. Una Iglesia fiel a su misión, que colabora con las personas de buena voluntad en la construcción de una sociedad más justa y solidaria.
7. Expresando de forma concreta esta colaboración, hemos acogido y respaldado con esperanza la creación de la Red Eclesial Pan-Amazónica (REPAM) para responder de manera eficaz y orgánica a los desafíos de la Amazonía, «fuente de vida en el corazón de la Iglesia». Esto nos alienta a «crear conciencia en las Américas de la importancia de la Amazonía para toda la humanidad» (Aparecida 475) y a asumir juntos la responsabilidad por la misión eclesial en la región.
8. Invitamos a todos a fortalecer nuestro sentido de pertenencia al CELAM y a valorar aún más su identidad y misión. Reconocemos en él un verdadero don de Dios y un patrimonio eclesial. La mejor manera de agradecer estos 60 años de camino es acoger el servicio de comunión que promueve, el magisterio que ha ofrecido y las experiencias pastorales que impulsa.
9. Mantengámonos en la fecunda experiencia misionera que ha suscitado la V Conferencia del episcopado latinoamericano y caribeño de Aparecida. Renovemos nuestro empeño por llevar a otros al encuentro con Jesucristo y acompañemos estos procesos discipulares portadores de esperanza para la sociedad.
10. En cada uno de nuestros países la Virgen María acompaña y sostiene el camino de los discípulos misioneros de Jesús. A Nuestra Señora de la Altagracia, madre del pueblo dominicano, le encomendamos con gratitud la vida de la Iglesia que nos ha acogido en estos días con tanta generosidad, y le confiamos también el futuro de nuestras comunidades para que sean, como ella, bienaventuradas porque han creído (Cf. Lucas 1,45).
Santo Domingo, 15 de mayo de 2015.
Emmo. Sr. Cardenal Rubén Salazar Gómez
Arzobispo de Bogotá, Colombia
Presidente