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15 Aniversario Episcopal Mons. Rafael Cob

 

"Todos tenemos derecho a recibir esa Buena Nueva del Evangelio"

"Que los pueblos indígenas de Ecuador no sean marginados"

Luis Miguel Modino, 25 de enero de 2014

 

Pastor de los pueblos indígenas de la amazonia ecuatoriana, en un territorio de unos 30.000 kilómetros cuadrados, en plena selva amazónica

 

(Luis Miguel Modino).- En La Horra, en plena Ribera del Duero burgalesa, nació hace sesenta y dos años, Don Rafael Cob García, obispo del Vicariato Apostólico del Puyo, Ecuador, a donde llegó como misionero en 1990. Un lugar alejado, de difícil acceso, donde la vida no es siempre fácil, pero donde, desde la fe, a partir de los diferentes ministerios pastorales que desempeñó, fue extendiendo la Buena Nueva del Reino entre aquéllos que muchas veces son ignorados por la sociedad, los pueblos indígenas de la amazonia ecuatoriana, en un territorio de unos 30.000 kilómetros cuadrados, en plena selva amazónica, en la parte central del este del país, limítrofe con Perú.

Es en estos lugares remotos donde la presencia de la Iglesia marca muchas veces la diferencia, y donde los misioneros se convierten en voz de los sin voz, defendiendo los derechos de aquellos que son pisoteados por la codicia de los poderosos, que sin escrúpulos, quieren aprovecharse de la debilidad de la gente que allí habita.

Acaba de cumplir quince años de obispo, ¿en qué cambia la vida de un misionero cuando es ordenado obispo?

Cambia en las responsabilidades que a uno le confían, que son mucho más amplias y grandes, pero el espíritu misionero no cambia, pues ese espíritu que uno tiene cuando llega como sacerdote misionero a un territorio de misión es el mismo que también tiene cuando a uno le encomiendan como responsable siendo obispo de esa parcela y de ese rebaño. Es el peso de las responsabilidades las que hacen el cambio de la acción, pero no el cambio del espíritu que uno lleva y que gracias a que Dios nos lo da, lo mantenemos.

Segundo de siete hermanos, una religiosa hija de la caridad, otro sacerdote diocesano, otro hermano de la Sagrada Familia, también misionero en Colombia, ¿qué influencia ha tenido su familia en su vocación sacerdotal y misionera?

Ha tenido influencia en cuanto el ambiente en que he nacido, pues ha sido una familia muy creyente, en un ambiente muy cristiano. En mi pueblo había también una congregación de hermanos de la Sagrada Familia, donde yo estudié toda mi infancia hasta ir al seminario, y también por parte de mi padre he tenido antecedentes misioneros, pues un tío, religioso de la Sagrada Familia, estuvo cuarenta y siete años de misionero en África, en Burkina Faso. Otra hermana de mi padre, Hija de la Caridad, estuvo más de diecisiete años en Chile y yo creo que ya desde el seminario tenía esa inquietud de trabajar en territorios de misión.

¿Cuáles son las dificultades que enfrenta el Vicariato del Puyo para evangelizar?

La primera dificultad es la falta de recursos humanos, de personal que podamos llevar ese mensaje a esa porción del rebaño que Dios nos ha confiado. Somos dieciocho sacerdotes para los treinta mil kilómetros cuadrados. Aunque la población no sea mucha, están muy desperdigados. También hay que tener en cuenta la opción por la minorías, que nos recuerda que todos tenemos derecho a recibir esa Buena Nueva del Evangelio y que nos hace llegar a los más pobres y necesitados.

Otro desafío es poder contar con los propios misioneros de la misma Iglesia. Si el Concilio Vaticano II decía que una Iglesia madura, en tanto en cuanto de ella surgen los propios pastores para dirigir las comunidades, madura mucho más también, en cuanto el pueblo también toma conciencia de su misión para que en realidad sean evangelizadores y misioneros allá donde están.

Puyo está en la amazonia ecuatoriana, ¿cuáles son los gritos de la amazonia y de los pueblos indígenas que la habitan?

Son varios. En primer lugar, las amenazas generales de la amazonia las compartimos también como pueblo amazónico, como es la amenaza a la madre naturaleza con toda la cuestión minera y petrolera que surgen en estas tierras. Esa es una amenaza muy latente, muy palpable en estos días, donde los gobiernos y las compañías transnacionales intentan explotar esa riqueza, amenazando toda esa vida ecológica y ese ambiente en el que viven las comunidades indígenas.

Igualmente, las comunidades indígenas tienen necesidad de formarse en la Buena Noticia, de ser servidores de la Palabra, en la atención por parte de los misioneros para crecer en su fe. En eso, a veces, tampoco encontramos suficientes fuerzas y recursos humanos como para llevar adelante esta tarea.

Esas serían las dos grandes necesidades de los pueblos indígenas que viven ahí, que sean respetados sus derechos, que no sean marginados y a la vez, como decía antes, esa más que amenaza, pues en algunos lugares ya están siendo explotadas esas tierras a través de las petroleras y madereras que dejan las tierras esquilmadas de las grandes riquezas existentes.

Trabajó durante varios años con las vocaciones, fue rector del seminario en Quito, ¿cómo despertar vocaciones a la misión ad gentes en la Iglesia española y en la Iglesia latinoamericana?

Tenemos que partir de que en medio de esta sociedad en que nos ha tocado vivir es necesario crear esa conciencia misionera ya en la misma familia y en los mismos cristianos. Nuestros niños y jóvenes viven en un ambiente distinto del que nosotros vivimos, donde había familias numerosas y surgían con facilidad las vocaciones. Hoy día no es así, la sociedad es un bombardeo constante de ofertas a nuestros jóvenes.

En la pastoral vocacional entendemos que se necesita un mayor acompañamiento a la juventud y en ese acompañamiento ayudarles a hacer un discernimiento vocacional.Creo que las dos cosas son necesarias, crear un ambiente y un clima desde la familia cristiana, donde puedan surgir esas semillas, y por otra parte ese acompañamiento de los jóvenes y adolescentes para que el espíritu misionero vaya surgiendo con fuerza y a la vez se dé una información de que la gran aventura que vale la pena vivir es la aventura que Cristo nos pide de ir por todo el mundo para llevar su Evangelio y para construir su Reino, pues hoy el joven, cuando se le dan grandes desafíos, sabe responder también con generosidad. Pero como hay tantas ofertas y tantos desafíos, a veces se sienten desorientados. De ahí que tengamos una gran necesidad de en la pastoral juvenil y en la pastoral familiar trabajar coordinadamente para que pueda surgir la vocación misionera en nuestros pueblos.

 

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